El guardés Manuel Lorenzo Costa se volcó en la ayuda al colectivo y en la unión de los pueblos
Manuel Lorenzo Costa (izq.) y el presidente de la Cámara de Comercio de República Dominicana. // M.L.C./E.G.
"Me siento lleno de orgullo sano, como un emigrante que quiere a su tierra y también a la que le ha recibido", manifiesta el galardonado, al que ya le concedieron la Orden del Mérito Civil.
Manuel Lorenzo Costa, a sus 69 años, sigue trabajando todos los días en su labor social y en los negocios en los que son socios y trabajadores la mayoría de sus familiares. Incansable, afirma que "seguirá trabajando por la hermandad entre los pueblos de A Guarda y Santo Domingo". Considera fundamental "enseñar a los hijos a ayudar a los demás". Habla así un hombre que lleva 50 años en la República Dominicana. Está casado con María Isabel Fernández, de O Rosal, con la que tiene cinco hijas, que a su vez le han dado cinco nietos.
De sólidas creencias religiosas, llegó a Puerto Rico y en 1960 se trasladó a Santo Domingo. Primero trabajó como dependiente y después se hizo distribuidor exclusivo de productos La Toja. Más tarde creó su primera sociedad, a la que seguirían otras.
Fue presidente de la Casa de España en Santo Domingo, donde promovió la práctica de deportes, creando una regata que sigue realizándose cada 12 de octubre, iniciativa que mereció que el Instituto Postal dominicano emitiera una serie de sellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario