martes, 25 de octubre de 2011

Por Manuel Hernández Villega                                
 LA ISLA DIGITAL.R.D.
 A Pleno Sol Vida y Muerte
 
 
 
Las sanciones y el rechazo a las violaciones de los derechos humanos de una persona no deben tener bandería política, ni posiciones sociales.
 
Empero, la primera violación a los derechos humanos es cuando el análisis está tendenciado, o se le impregna un contenido racista, o de poder económico.
 
El derecho a la vida debe ser intocable. Por desgracia, en el mundo es circunstancial que una persona preserve su derecho a la vida. Así lo demuestran los hechos que a diario suceden  en cualquier parte del mundo
 
En Brasil, en época paralela a los gobiernos militares, surgieron los policías que aplicaban justicia fuera de la ley.
 
Estos escuadrones de la muerte comenzaron persiguiendo a delincuentes, y terminaron ajusticiando a políticos. Para el que maneja el concepto de persecución y ajusticiamiento, no hay diferencias entre atracador y hombre que combate en base a sus ideas.
 
Los escuadrones de la muerte, partiendo de Brasil,  se extendieron por todo el continente, siendo una de las mayores afrentas de una sociedad moderna. Todavía hoy padecemos esa herencia de los llamados Gorilas, o sea gobiernos militares.
 
Las leyes, los tribunales, está para aplicar justicia, y nadie los puede subsistituir. La policía tiene un rol asignado a ser auxiliar de la justicia.
 
Donde la policía es juez y verdugo, se vulneran las libertades públicas, el estado de derecho y las leyes de convivencia humana.
 
Ahora bien, en el terremoto de discordia social y violencia también hay víctimas en la sociedad civil y en las propias instituciones encargadas de velar por el orden público.
 
En muy pocas ocasiones nos acordamos al hacer recuentos de la violencia, de los desconocidos y hombres de familia que fueron asesinados por los delincuentes. Hay policías asesinados y bandidos ultimados.
 
 
Ammnistía Internacional es una institución de  conocido prestigio  mundial, y sus evaluaciones sobre los derechos humanos  merecen respeto.
 
Pero en muchas ocasiones sus considerandos están de un solo lado. Al hacer balance no puede haber un tratamiento discriminatorio. En todo hecho hay víctimas y verdugos.
Creemos que en la Policía hay muchos sicópatas que gozan matando, pero también hay agentes serios que cayeron en el cumplimiento de su deber, y no tienen a nadie que se lo reconozca.
 
La policía tiene que estar atada a la ley, actuar como auxiliar de la justicia, comprender que su papel es apresar vivo al acusado de la comisión de un crimen, para que sea juzgado en forma pública y contradictoria.
 
Pero no se le puede colocar una camisa de fuerza, para que se deje matar tirando flores al delincuente que le enfrenta  bien armado, y que ya tiene víctimas cíviles.
 
Todo hombre es inocente, debe saberlo la Policía, hasta que se le encuentre culpable en un juicio final, luego de todas sus apelaciones.
 
Defiendo el derecho a la vida, es sacrosanto, pero creo en el puño de hierro para los que son sorprendidos in-situ en la comisiòn de delitos.

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